En Chile el 2019 había 185.498 estudiantes inscritos/as en colegios de educación especial. Un 5,1% de la matrícula nacional (3.623.883), según el registro publicado por el Ministerio de Educación (Mineduc).
Esta modalidad ha funcionado desde 1852 a las sombras de la educación regular. Sin apoyo del Mineduc y en un sistema educativo poco inclusivo.
“Muchas decisiones tienen muy buena intención teórica, pero no el mismo respaldo en la implementación práctica”, dice Mario Aguilar, expresidente del Colegio de Profesores y Profesoras de Chile.
El Mineduc define la Educación Especial como un conjunto de servicios, recursos humanos, técnicos, conocimientos especializados y ayudas para atender las Necesidades Educativas Especiales (NEE). Estas derivadas de un déficit o dificultad de aprendizaje.
El concepto de NEE apareció por primera vez en 1978 en el informe Warnock (elaborado por la filósofa Helen Mary Warnock). Según el Mineduc, un estudiante presenta NEE “cuando precisa ayudas y recursos adicionales. Ya sean humanos, materiales o pedagógicos, para conducir su proceso de desarrollo y aprendizaje». Asimismo, contribuir al logro de los fines de la educación.
De igual modo, el Mineduc reconoce dos tipos de NEE: permanente y transitoria. Las primeras son “barreras para aprender y participar que determinados estudiantes experimentan durante toda su escolaridad como consecuencia de una discapacidad diagnosticada…”. (Decreto Supremo N°170, 2009, artículo 2°, punto a).
Las segundas corresponden a necesidades de los alumnos “en algún momento de su vida escolar a consecuencia de un trastorno o discapacidad diagnosticada y que necesitan de ayudas y apoyos extraordinarios para acceder o progresar en el currículum por un determinado período de escolarización”. (Decreto Supremo N°170, 2009, artículo 2°, punto a).
Mesa coja
En junio de 2019, el Mineduc presentó la primera Mesa Técnica de Educación Especial con el fin de fortalecer la inclusión en el sistema educativo.
Después de tres meses de análisis, uno de los problemas identificados fue la poca articulación entre el Mineduc y los colegios de educación especial. La discusión no ha avanzado.
Mientras el Mineduc no especifica una edad mínima para ingresar a un colegio de educación especial, sí define la edad máxima de permanencia: 26 años.
El 2015 se implementó el Decreto Supremo N°83. Los colegios tuvieron que modificar sus mallas curriculares progresivamente hasta 2019. De modo que, el contenido debía ser transversal en la educación regular y especial, adecuado al nivel cognitivo de niños/as con NEE.
Hasta 2019 existían 2.229 colegios de educación especial. 637 funcionaban en la Región Metropolitana (28,6%). Por lo tanto, esta investigación se centra en tres comunas que cuentan con 44 de estos colegios: 5 en Las Condes, 16 en Ñuñoa y 24 en La Pintana.
Realidad por comunas
En Las Condes, 1 colegio depende de la Corporación de Educación y Salud municipal y 4 son particulares subvencionados. Corresponden a recintos de educación especial discapacidad auditiva y trastornos específicos del lenguaje.
Según el Mineduc (2018), había 437 estudiantes inscritos/as en colegios de educación especial, el 1,06% de las matrículas comunales (41.043).
En Ñuñoa, 3 dependen de la Corporación de Educación y Salud municipal, 12 son particulares subvencionados y 1 es particular pagado. Corresponden a educación especial discapacidad intelectual, discapacidad visual, trastorno específico del lenguaje, trastornos motores y graves alteraciones en la capacidad de relación y comunicación.
Según el Mineduc (2018), había 1.248 estudiantes inscritos/as en colegios de educación especial. De manera que corresponden al 3,24% de las matrículas comunales (38.539).
La realidad de la educación especial en Ñuñoa es diferente a las otras dos comunas. Como resultado, los tres colegios que pertenecen a la corporación municipal son referentes nacionales. Amapolas, Aurora de Chile y Hellen Keller.
La Corporación de Educación y Salud financia proyectos educativos, que permite el cierre de brechas en dotación de profesionales y mejoramiento de la infraestructura. De igual modo, cubre cerca de un 50% de sus necesidades, asegura Ximena Vivanco, directora de Educación en Ñuñoa.
Por otro lado, en La Pintana todos los colegios son particulares subvencionados y corresponden a educación especial discapacidad auditiva y trastornos específicos del lenguaje.
Según el Mineduc (2018), había 2.757 estudiantes inscritos/as en colegios de educación especial en La Pintana, equivalente al 7,54% de las matrículas comunales (36.579).
En muchos casos, es difícil lograr el compromiso de las familias con la educación de sus hijos/as. “Es súper complejo. Tenemos que estar luchando con apoderados y estudiantes”, señala Daniela Labarca, psicopedagoga y jefa UTP del colegio Lutraru.
Este artículo fue desarrollado como subtema del reportaje principal «Presente, mamá: el colegio en los hogares» dentro del curso de Taller de Titulación de la carrera de Periodismo Diurno de Universidad UNIACC durante el año académico 2020.