Al poniente de Santiago, casi al final de la Alameda se ubica el barrio Pila del Ganso. Sus orígenes se remontan a la década de 1880. Cuando en este sector se asentaron los veteranos de la Guerra del Pacífico y los obreros de la naciente Empresa de Ferrocarriles del Estado.
Un barrio tranquilo, compuesto de casas de un piso, todas construidas en fachada continua, donde el color de sus frontis permite distinguirlas. Toro Mazote, Concón, Conde del Maule, la Alameda y Avenida Ecuador.
Estas son algunas de las calles que guardan los recuerdos de un pasado extinto, con almacenes y vendedores, con plazas y niños. Un lugar cargado de arraigo territorial, social y cultural. Una forma de vida forjada a través del vínculo social entre sus vecinos.
Según las cifras del Censo realizado en 2017 se registró un aumento en la población de 90.000 personas».
Alcalde de Estación Central, Felipe Muñoz
En la actualidad, poco y nada queda de aquel lugar tranquilo y pausado, donde la vida de barrio era compartida entre sus habitantes. ¿Pero qué sucedió? El barrio cambió su rostro, así como en las calles y en sus fachadas, también lo hizo en quienes lo habitan. Durante la última década toda una interculturalidad latinoamericana llegó a este cuadrante.
Migrantes venezolanos, colombianos, peruanos y dominicanos son los nuevos residentes del antiguo barrio Pila del Ganso.
Según cifras entregadas por el actual alcalde Felipe Muñoz (FA), en 2013 la comuna tenía 120.000 habitantes. El edil quien ocupó el cargo de concejal en dos periodos (2012-2021), indicó que: «según las cifras del Censo realizado en 2017 se registró un aumento en la población de 90.000 personas».
Según cálculos que maneja el propio equipo municipal, en la actualidad residen cerca de 300.000 habitantes en Estación Central. En gran mayoría los nuevos residentes son extranjeros, quienes han escogido la comuna como su nuevo hogar.
Los antiguos vecinos chilenos que aún permanecen en el sector
Los chilenos no han visto este fenómeno como virtuoso. Sus reclamos han sido constantes en referencia a la forma de vivir de los nuevos inquilinos. Han sido repetitivas las quejas por ruidos molestos, basura en las calles y por el comercio ilegal que brota en cada calle del barrio.
Corina Muñoz, vecina del barrio desde hace 23 años, dueña del almacén “Donde Corina” ubicado en calle Concón, entre la Alameda y Avenida Ecuador relata que “la situación en el barrio va de mal en peor, tengo temor a que me pueda pasar algo, por eso ahora cierro la reja de mi negocio de 2 a 4 de la tarde”. Corina toma aire y se pregunta “porque nosotros tenemos que escondernos si los que tienen que esconderse son los delincuentes, ya sean chilenos o extranjeros”.
“Era un barrio tranquilo y fome”, comentó Ricardo Venegas, quien vive en calle Placilla. La señora Gloria, quien reside en calle Conde del Maule cuenta que “antes el sector era bonito y no había tanta delincuencia”.
El nuevo escenario de Pila del Ganso
El panorama es muy distinto al de antes, enormes edificios de más de 30 pisos proliferan en el sector. Un violento cambio en el barrio, donde cuarenta mil nuevos vecinos y más de 3 mil vehículos circulando son parte del actual panorama del lugar.
Las torres llegaron a partir de 2014. Ese mismo año en el mes de octubre los vecinos dieron la primera alerta de lo que estaba sucediendo. Las personas y las quejas fueron aumentando, logrando que un total de 16 Juntas de Vecinos consiguieron reunirse en marzo de 2015. Rodrigo Delgado, el alcalde de ese entonces, les señaló que todo lo que estaba sucediendo era parte del progreso.
El sector se llenó de bloques de cemento con pequeños balcones. Estos oscurecen las calles, llenándolas de sombra y robándose los amaneceres de este barrio de Estación Central. En estas torres, algunas de hasta 40 pisos y con más de 1.100 departamentos, viven hasta 5.000 personas que no convergen entre sí.
Lo que se entiende por calidad de barrio, esa costumbre de salir a pasear con la familia, de ir a un restaurant, a un bar, eso ya no existe.
Patricio Herman, fiscalizador y presidente de la fundación Defendamos la Ciudad
La vida de barrio desapareció, según vecinos, sus callecitas hoy son incómodas vías repletas de comercio ambulante. Puestos de venta de comida que se aglomeran a las afueras de cada edificio.
La llegada de los mega edificios a Pila del Ganso
El 6 de diciembre del año 2008 Rodrigo Delgado (UDI) asumió como alcalde de la comuna de Estación Central. Cargo en el que permaneció hasta noviembre de 2020, cuando renunció para asumir como ministro del Interior en el segundo Gobierno de Sebastián Piñera.
En este periodo se dio inicio a gigantescas construcciones, denominadas como “mega edificios”. Unos meses antes, en enero de 2008 Armin Seeger, jefe de la Dirección de Obras Municipales le comunicó al alcalde de la época Gustavo Hasbún (UDI), la idea de volver más robusta la Dirección de Obras Municipales (DOM). Esto a través del programa de fortalecimiento, el cual incentivaba el desarrollo inmobiliario en Estación Central. Lo cual ocurrió a pesar que ambas instituciones comunales estaban al tanto de la inexistencia del Plan Regulador.
Patricio Herman, relató que: “Hasbún ordenó retirar el proyecto de Plan Regulador Comunal en julio de 2008, asunto que se extendió en la jefatura de Delgado”. Argumentando que “a esto se sumó el fallecimiento del director de Obras Municipales, Marco Antonio Vidal en el año 2012, lo que derivó en que Armin Seeger asumiera como director”.
Con Seeger en el cargo de Director de Obras se comenzó a dar el visto bueno a un gran número de nuevos proyectos inmobiliarios. Los cuales, no cumplieron con la normativa urbanística comunal del barrio Pila del Ganso.
Falta de regulación y la pérdida del barrio Pila del Ganso
Cuando Gustavo Hasbún dejó la alcaldía y en su reemplazo asumió Rodrigo Delgado, no existía Plan Regulador en la comuna. Es decir, no había prohibición para entregar permisos de edificaciones bajo el sistema de construcción de agrupamiento continuo. Esto se tradujo en el levantamiento de enormes edificios, los cuales comenzaron a proliferar en cada calle del barrio Pila del Ganso.
Patricio González (PS), actual concejal de la comuna de Estación Central indicó que “este problema de los edificios lo heredamos de años anteriores y se nos hace muy difícil poder solucionarlo”.
Según antecedentes recopilados por la actual administración, entre los años 2013 y 2020 se aprobaron 110 permisos para edificación. Muchos de estos sin un límite de altura determinada.
Todas estas construcciones se realizaron bajo el sistema de fachada continua. La cual tiene como característica mantener un mismo plano de frontis con la edificación colindante.
El origen de los “Guetos verticales”
Desde 2017 se instaló en el lenguaje capitalino la frase guetos verticales para denominar la llegada de más de cien edificios habitacionales a la comuna. Torres de entre 20 y 40 pisos de altura, varias de ellas con hasta 800 habitáculos. Lugares completamente hacinados de 17 metros cuadrados, en su gran mayoría se arriendan a extranjeros a precios que van desde los 300 mil pesos.
Ahora bien, si vamos al origen de la palabra “guetos” radica de la adaptación gráfica que proviene de la voz italiana ghetto. Sector donde se confinaba a los judíos de una ciudad, también se denominaba a un barrio o zona en que vivían aislada una minoría marginada.
En Chile, fue el intendente de la Región Metropolitana de la época y actual Gobernador Metropolitano Claudio Orrego. Él, acuñó esta frase para alertar y denunciar la construcción de tres proyectos inmobiliarios que no contaban con los permisos de edificación correspondientes en 2017.
A partir de ese momento esta frase ha estado en boca de autoridades, fiscalizadores y vecinos para referirse a estos edificios. Aunque la definición correcta es verticalización precarizada, según señala Alejandro Cortes Salinas, geógrafo y magíster en Desarrollo Urbano, quien advierte que guetos verticales es la forma incorrecta para denominar a las torres en altura construidas en Estación Central.
El alcalde Felipe Muñoz comentó que “este es un concepto que acuñó el gobernador en su momento, el cual fue bien polémico y que permitió que quedara en el inconsciente colectivo de los chilenos y chilenas, sin embargo, creemos que es un concepto que estigmatiza”. El edil continúa argumentando que “nosotros llamamos a estas construcciones comunidades verticales, las cuales generan un nuevo desafío para esta administración, del cual nos estamos haciendo cargo hoy en día”.
Quienes los habitan
Zoraida Sánchez, venezolana, vive en el barrio Pila del Ganso desde que llegó a Chile, hace dos años y tres meses. Además de vivir en el barrio, también trabaja como comerciante en el sector. Zoraida se ubica con su puesto en la esquina de Toro Mazote con la Alameda, un sector donde prolifera el comercio ilegal de ropa, comida, entre otros productos que copan las veredas de esta transitada esquina, la cual colinda con la salida de la estación del metro San Alberto Hurtado.
En este lugar Zoraida vende chicha venezolana, un producto típico del país caribeño, “es lo que me tocó, porque en Venezuela yo trabajaba en un Registro Civil”, comentó.
Aunque ella reconoce que su trabajo de comerciante es ilegal, dice que se ve obligada a realizarlo, ya que de algo tiene que vivir para poder pagar su arriendo.
“No me queda de otra, porque tengo que pagar todos los días 5, y ya sabemos que los arriendos están muy caros”.
“Tenemos que seguir en esta lucha, porque no es agradable para nosotros trabajar en esto, pues veníamos con otra intención y no ha resultado como creíamos que es tener un trabajo normal” continuó.
La realidad de vivir en 17 metros cuadrados
Zoraida nos comenta del lugar donde vive actualmente, uno de los miles de departamentos construidos en el barrio Pila del Ganso. “Mi departamento es pequeño, tiene dos habitaciones, una grande y la otra más pequeña, en ese lugar vivo con mi hija y mi nieto”. Zoraida continúa relatando “en lo personal ocupo la pieza más pequeña, es algo diminuto, donde cae una cama y nada más, se me hace muy incómodo vestirme ahí”.
Moles de cemento sin áreas verdes, sin espacios comunes. Edificios de treinta pisos, con 26 departamentos en cada uno de ellos. Donde quienes los habitan hacen fila para poder subirse a un ascensor.
Servicios de lavandería colapsados, que cuentan con solo 15 lavadoras para más de mil personas. Incomodos espacios, muchos de ellos de un solo ambiente, más una pieza pequeña, donde en su interior se escuchan los ruidos de los vecinos. «No podemos recibir visitas porque los vecinos reclaman por los ruidos», dice Zoraida.
En relación al valor del arriendo, la venezolana comentó que actualmente entre tres personas pagan 540 mil pesos, lo que equivale a 180 mil cada uno. Confiesa que por el departamento en el cual vivía anteriormente pagaba junto a su familia casi 700 mil pesos mensuales.
Como Zoraida son miles los migrantes latinoamericanos que hoy viven en este lugar y que traen consigo una nueva cultura. Un nuevo estilo de vida, con veredas llenas de sabores y colores. Con calles típicas de Santiago de Chile alteradas por una nueva impronta latinoamericana que ha cambiado el rostro del barrio Pila del Ganso.
Este artículo fue desarrollado como subtema del reportaje principal ‘‘Estación Central: Llegada masiva de migrantes latinoamericanos y la transformación cultural del barrio Pila del Ganso» dentro del curso de Taller de Titulación de la carrera de Periodismo Semipresencial de Universidad UNIACC durante el año académico 2023.