Musicoterapia, melodía de la sanación


Por Sebastián Arcos, Cristián Iriani, Cecilia Pardo y Gicel Pinilla

Debido al confinamiento derivado de la pandemia por Covid-19, los problemas de salud mental han aumentado y en otros casos se han agudizado. La musicoterapia, que en Chile se aplica como una terapia complementaria, aparece como opción para hacer frente a este tipo de enfermedades silenciosas.

Video creado por Grupo D

Al verlo tras una pantalla, Joaquín Echeverría, de 20 años, se ve de espalda a una puerta abierta, como si esta fuera una vía de escape.  Diagnosticado a pronta edad de trastorno depresivo ansioso, dice que en momentos de crisis suele quedarse sin palabras para verbalizar lo que siente y a merced de impulsos autodestructivos

“Siento que [la musicoterapia] ofrece esa oportunidad de no tener que ponerle palabras a todo. Porque a veces hay pacientes, y me incluyo, que le faltan palabras o no las encuentran, porque no se sienten cómodos. Simplemente se ahogan mucho hablando”, describe.

El confinamiento le quitó a Joaquín por un largo tiempo las sesiones de cada miércoles. Esas donde expresaba lo que sentía con las vibraciones de su bajo, volviéndose mudo de pronto. Obligado a ser mucho más productivo, el encierro lo llevó a otros cuestionamientos: “a lo mejor no soy lo suficiente o no hago lo suficiente”.

El bajo como héroe

En entrevista a radio Futuro, previo a su concierto en Chile de 2019, Les Claypool, bajista de Primus y uno de los referentes de Joaquín, habló de lo significativo que fue la música en su juventud «en la vida de un adolescente, llena de cambios, locura y drama, lo que hacía era ir y tocar bajo, así expurgaba todo lo que me estaba pasando. Fue una gran terapia”. 

Como Claypool lo hizo, Joaquín ha sabido canalizar sus emociones a través del bajo y en él explorar el lenguaje que ofrece la música, “a la hora de encontrar una voz para tu problema, eso se reemplaza por una melodía, una canción”.

Video realizado por Grupo D

Vibrar de las emociones

En el libro Música y neurociencia: La musicoterapia, de Jordi Jauset Berrocal, el autor se basa en la American Music Therapy Association (AMTA) para definir este tipo de terapia complementaria como “una profesión, en el campo de la salud, que utiliza la música y actividades musicales para tratar las necesidades físicas, psicológicas y sociales de personas de todas las edades”.

Jauset menciona que la versatilidad del complemento musical en un tratamiento permite desarrollar estrategias personalizadas en cada paciente. La terapia constante permite “controlar el estrés, disminuir el dolor, expresar sentimientos, potenciar la memoria, mejorar la comunicación y facilitar la rehabilitación física”.

El autor catalán aclara que la sonoterapia es diferente a la musicoterapia. Esta se asocia al desarrollo de la conciencia y al crecimiento personal, sin tener una “línea cognitiva conductista”. En las sesiones de sonoterapia se trabaja con instrumentos como cuencos tibetanos o campanas, además de la voz del paciente. 

Musicoterapia a través del tiempo
Infografía elaborada por Grupo D trabajo recopilación de fuentes documentales

Sonidos a través de la historia

Los orígenes del uso de la música con fines curativos se remontan al año 1.500 AC, cuando en Egipto se le atribuía ciertos poderes que influían en la fertilidad femenina.

Ya después, siglos más tarde, esta alternativa terapéutica logró reconocimiento formal a fin de la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos, para tratar a los veteranos de combate que sufrían de estrés postraumático.

“La música, además de ser una distracción y de contribuir a un aumento de su ánimo, influía positivamente en los casos de depresión y aligeraba sus dolores”, señala Jauset.

La musicoterapeuta y ex presidenta de Achim, Francisca Yousef, menciona que, en esa época, algunos hospitales comenzaron a pagar a los músicos que tocaban allí. Esto dio pie al estudio de los resultados de los pacientes para crear un cuerpo de conocimientos que se fue nutriendo con la psicología, la neurociencia y la educación musical.

Más tarde, estas investigaciones llegaron a las universidades estadounidenses que empezaron a instruir a los estudiantes de medicina en musicoterapia. Después se replicó en Inglaterra y Argentina. Esta última se convirtió en la nación pionera de Latinoamérica.

En Chile los primeros registros esporádicos e informales del uso de musicoterapia se remontan a la década del 50. Pero fue recién, en 1999, que se creó el postítulo de especialización en musicoterapia impartido por la Universidad de Chile, al cual solo pueden ingresar titulados del área de la salud, psicología y música, entre otras.

Fotografía de terapia en hospital, archivo personal Francisca Yousef

Alivio para el alma en tiempos de pandemia

En nuestro país el primer caso de Covid-19 fue confirmado el 3 de marzo de 2020, solo ocho días antes que la OMS declarara a la enfermedad como pandemia. Al 06 de enero de 2022, se han registrado 1.817.300 casos, con 39.207 víctimas fatales y extenuantes cuarentenas.

Esta emergencia sanitaria trajo consigo una inestabilidad económica reflejada en un alza de la inflación, la que se proyecta en un 7% por los próximos meses, según cifras entregadas en diciembre de 2021 por el Banco Central.

Pero la economía no es la única preocupación, la salud mental también se ha visto afectada. Si bien el cuarto estudio Termómetro de la salud mental en Chile ACHS-UC, publicado el 7 de septiembre de 2021, muestra una disminución en enfermedades psicológicas de 9,2 puntos con respecto a mayo, la preocupación y el temor siguen latentes, debido, principalmente, a las variantes del virus, Delta y Ómicron.

La incertidumbre se ha vuelto un factor clave en los problemas de salud mental. Así lo afirma José Benavides, musicoterapeuta, “la consigna es no pensar tanto en lo que viene, sino en ver cómo nos vamos acomodando en el día a día (…) mucho pasado genera depresión, lo que no fue. Mucho futuro, lo que quiero hacer, lo que viene. Qué va a pasar, genera angustia”.

Angustia como síntoma

Benavides, psicólogo y licenciado en música de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y máster en musicoterapia de la Universidad de Nueva York, agrega que durante este período ha tenido un aumento de pacientes con síntomas agudizados por la pandemia, en especial por trastorno de angustia, que en casos extremos pueden terminar en una crisis de pánico.

“La angustia es el síntoma, como el estornudo. La crisis de pánico está porque mi cuerpo algo necesita, hay un ahogo emocional (…) muchas veces me pasa que llegan estos pacientes con el complejo superhéroe, entonces tapan, tapan, postergan, postergan y claro, ahí la crisis de pánico llega sola en algún momento porque el cuerpo la tiene que sacar”, explica el especialista.

Benavides plantea que la musicoterapia es una alternativa para el tratamiento de afecciones como el trastorno de angustia, “ayuda mucho a sortear ese primer obstáculo comunicacional (…) se transforma en un lenguaje contenedor y seguro”.

Pepe, como lo llaman sus pacientes, argumenta que la particularidad que tiene la música es que no pertenece a una zona específica del cerebro. “Si yo escucho música, no solamente activo mi centro auditivo. Puedo estar activando mi centro visual, si estoy viendo la letra o estoy tocando la partitura de esa canción (…) si yo escucho música hay luces. Entonces, si yo toco un instrumento son fuegos artificiales, porque se amplifica, porque yo ya estoy involucrado (…) cerebralmente, es una fiesta”.

Infografía elaborada por Grupo D trabajo recopilación de fuentes documentales

Por su parte, Francisca Yousef puntualiza, en una entrevista publicada el 16 de enero de 2019 por el medio digital especializado en psicología y salud mental, Psiconetwork, que “El musicoterapeuta puede abordar necesidades físicas, emocionales, cognitivas y sociales de individuos de todas las edades, en contextos de orden comunitario, organizacional, hospitalario, educacional”.

El artículo La música como una herramienta terapéutica en medicina publicado por la revista chilena de neuropsiquiatría reafirma las palabras de Benavides y Yousef: “la música tiene un efecto documentado en aliviar ansiedad, depresión y el dolor en enfermedades somáticas. Las respuestas que gatilla la música son en estructuras que dan input dopaminérgico (…) reduce el dolor, alivia la ansiedad y distrae la atención de estímulos aversivos, ayudando a sobrellevar así el estrés emocional”.

El cuerpo no puede mentirle a la música

“Es imposible no ser auténtico en la música, cuando uno habla con otro, uno igual pone ciertas barreras, como una máscara. Entonces, la música es una ventana al alma de la persona y aunque esta aborde un tema difícil, ella siempre producirá un goce“, enfatiza Yousef.

Por su parte, Benavides considera que las emociones se canalizan mejor en lugares amplios. Ante esto el profesional detalla que mantiene dos consultas. En estas no pueden faltar instrumentos de cuerdas, percusión y un piano, siendo este uno de los preferidos por sus pacientes

El vicepresidente de Achim explica que la conformación de una consulta dependerá de cada paciente, “el piano siempre está, y eso va en función de la afinidad que sienta el individuo con ciertos instrumentos y uno tiene que ir viendo qué ocupar (…) la música no es sólo tocar instrumentos, implica saltar, jugar, bailar. Si yo trabajo con niños, no puedo esperar que estén sentados toda la sesión“.

Yousef y Benavides dicen que existen dos métodos de trabajo, que varían según las características de la persona tratada.  En la primera sesión escogen uno de ellos. Las modalidades se conocen como activa y receptiva. 

En la primera el paciente interactúa con los instrumentos y busca crear canciones o recrear alguna tonada, en ella se introducen consignas como por ejemplo “cómo te sentiste hoy día”. En el tipo receptivo, el especialista busca conectar con la imaginería del paciente, al hacerlo escuchar música y que esta lo lleve a algún lugar. 

Fotografía, archivo personal Joaquín Echeverría

Avances en equipos

Pepe también es el terapeuta de Joaquín. Desde su visión entiende que si una persona necesita bailar o convertirse en cantante, él se sumará a la fiesta al más puro estilo de la película Escuela de Rock.

Joaquín reconoce la entrega de su terapeuta, “le muestro lo que siento con música, busco una melodía. Algo que hago frecuentemente con el bajo, es no conectarlo al amplificador para solo sentir la vibración de las cuerdas. Eso me relaja y me ayuda mucho”.

Para Paola Naranjo, madre de Joaquín, las sensaciones que transmite su hijo tras cada sesión son muy positivas.

“Va a las terapias con Pepe y vuelve feliz, me dice ‘mamá hicimos esto con la música’. Definitivamente a través de la música Joaco se expresa”.

La también psicopedagoga asegura que estas sesiones fueron más productivas que miles de horas con sus otros psicólogos

No es milagro, es musicoterapia 

En 2015, los musicoterapeutas chilenos Silvia Andreu y Rodrigo Quiroga publicaron el libro “La Musicoterapia en Chile: 1955-2014”. En el texto indican que la música entrega  una sensación de satisfacción, que produce la liberación de dopamina que ayuda a la estimulación del cerebro humano. Esta sustancia es un neurotransmisor asociado a las experiencias placenteras y de relajación

El escrito agrega que la terapia musical se puede utilizar para tratamientos de trastornos neurológicos, tales como Parkinson, Alzheimer y demencias. También para afecciones emocionales, generando en el paciente la posibilidad de recuperar incluso habilidades lingüísticas y motrices, ya que activa gran parte del cerebro.

La musicoterapeuta y actual presidenta de Achim, Esperanza Marchant, afirma que “se demostró que con cierto estímulo musical (…) el cerebro reaccionaba muy similar al consumo de drogas o adicciones que están vinculadas a veces a problemas de salud mental, como la esquizofrenia”.

Todo el cerebro a trabajar

Carlos Sciolla, médico psiquiatra y miembro del directorio de la Sociedad Chilena de Salud Mental, concuerda con Marchant. En conversación con nuestro medio, revisó la tesis publicada por la Universidad de Chile “Musicoterapia y desarrollo personal”. El académico confirma el postulado de aquella investigación, señalando que “la música en sí es un desarrollo, una actividad como el lenguaje (…) puesto que pone a trabajar todo el sistema nervioso. O sea, la parte motriz, la parte emocional, la memoria, el lenguaje, ambos hemisferios trabajan. Prácticamente, todo el cerebro”.

Pese a los efectos positivos que genera la música a nivel cerebral, este tratamiento tiene ciertas restricciones. Por ejemplo, como lo menciona Francisca Yousef, no puede ser utilizada en personas que han sido diagnosticadas con epilepsia musicogénica, dado que esta se desencadena con ciertos estímulos musicales. 

Yousef agrega que la musicoterapia tampoco es recomendada en bebés prematuros, pues “no se puede aplicar antes de la semana 27. Si se aplica así puede ser perjudicial, porque una guagua prematura corre el riesgo de ser sobreestimulada y eso genera cambios a nivel neuronal”.

No fue posible encontrar voces detractoras hacia la musicoterapia, sin embargo, Carlos Sciolla, indica que uno de los inconvenientes de esta terapia se da por el “desconocimiento y falta de apertura” por parte de la medicina tradicional, quienes incluso consideran que “hablar de terapias alternativas suele ser poco serio y poco científico”.

Sonidos de esperanza

Fotografía de José Benavides en sesión junto a Joaquín Echeverría

En la actualidad la musicoterapia continúa su travesía para posicionarse de manera masiva como una opción para abordar los problemas de salud mental en Chile.

A principios del 2021, José Benavides asumió como vicepresidente de Achim y Francisca Yousef finalizó su mandato. Su sucesora, Esperanza Marchant, habla de los desafíos: “seguir avanzando en las políticas públicas que reconozcan la profesión como tal en el Código Sanitario chileno y apoyar el próximo Congreso Latinoamericano de Musicoterapia (CLAM)”.

Paola Naranjo, mamá de Joaquín, se muestra esperanzada sobre el futuro de su hijo, “para mí, definitivamente, la musicoterapia le salvó la vida, más allá de los medicamentos vino a complementar el trabajo que ya estaba haciendo con su psiquiatra. Pero la música, la verdad es que sacó a mi hijo de ese hoyo negro en el que estaba”.

Una voz de ayuda para otros

En la actualidad, Joaquín sigue explorando sus emociones en cada acorde de su bajo, “siempre tenía que tocar algo que me hiciera sentir. En eso fui buscando una respuesta, porque tenía tanta ira y la respuesta la encontré en la música, ahí es donde podía expresarme”. 

Joaquín no solo encontró una respuesta en la musicoterapia, sino que descubrió la partitura de su vida. Hoy estudia Armonía Popular (música) en la IMUS PUCV con la idea de otorgar una voz de ayuda a otros


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