Vivir en pandemia: envejecer no significa depender
María Nelda Vega (85) en confinamiento. Crédito: Camila San Martín.


Adultos mayores de Las Condes, Ñuñoa y Puente Alto relatan cómo han superado el desafío digital y otros obstáculos derivados del confinamiento. El apoyo familiar ha sido importante pero, sobre todo, su autonomía y experiencia. <br><b>Por Alex Madariaga, Bruno Muñoz, Camila Maestre, Camila San Martín y Nicolás Bravo.</b>

Ni mañanas cálidas ni otoño con sus típicos matices. Incertidumbre y ansiedad reinaban en una sociedad con libertad restringida. El 22 de marzo de 2020 fue decretado el confinamiento para los de 80 años y más, el 15 de mayo, para los mayores de 75, preparando a los adultos mayores para enfrentar la pandemia.

Los longevos se adecuaron a la cuarentena. Catalogados de pobrecitos viejos, muestran autonomía para enfrentar este inédito desafío: Covid-19.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2012), los adultos mayores (AM) se duplicarían entre el 2000 y 2050. Hoy la proyección es una incógnita.

«Trato de escribir y leer (…) esa es la forma en que pasa el día», dice Gloria Torrente, residente de Las Condes. Una de las voces que nos ayudan a contar esta historia.

María Águila, Ana María Cambara, Julia Isla y María Santos hablan desde esa misma comuna.

Luis Cerón, Isolde Brant, Berta Manríquez, Sonia Álvaro y Margarita Avendaño cuentan su experiencia desde Ñuñoa. Ida Fuentes, Elba Cartagena, Carlos Sánchez, Mónica Martin y Guacolda de la Fuente lo hacen desde Puente Alto.

Las Condes es una de las comunas que tiene más ancianos solitarios (9,5%), solo la supera Santiago (16,5%). María Águila (71) señala que vive sola y es “absolutamente independiente, quizás extremadamente autosuficiente”.

Ñuñoa está en el tercer puesto (12,2%) y Puente Alto en el sexto (6,9%).

Verónica, hija de Luis Cerón (79), cuenta cómo se las ha ingeniado su padre: “Él hizo una especie de canasto, lo tira por el balcón y yo le pongo todas las cositas dentro”.

Adultos mayores durante la pandemia en Chile.
Soluciones en tiempos de confinamiento. Crédito: Camila Maestre.

Algunos adultos mayores durante la pandemia reciben apoyo. En el caso de Ida Fuentes (74) la ayuda su pareja y su hijo, tanto en lo económico, como en lo doméstico.

El cautiverio de la lucha mental

En Chile, una de cada cinco personas mayores de 60 años presenta al menos una consulta de salud mental al año, señala Daniela González, psiquiatra del Ministerio de Salud.

Con la llegada del coronavirus, los AM serían uno de los grupos con mayor riesgo de cometer suicidios y tener trastornos, destaca la OMS.

Elba Cartagena (71) habla del agobio que le genera vivir en pandemia: “sí, de repente sí, pero yo respiro profundo y digo ¡ya, hay que seguir!”.

Ciertos efectos de la pandemia en salud mental podrían perdurar. Según Andrea Cid, psicóloga de adulto mayor, el problema más grave será después de que la emergencia sanitaria haya finalizado, porque aumentaría la desconfianza, miedo e incluso rabia, provocando estrés.

“Sentir que algunas veces uno quisiera estar más acompañada, como ir a misa y esas cosas. Siento un poco de soledad”, dice Guacolda de la Fuente (73). Para Julia Isla (78), la sensación es de “mucha impotencia”.

Angustia, ansiedad, tristeza y soledad son palabras que repiten los adultos mayores entrevistados para contar qué han sentido durante este tiempo.

Los medios de comunicación han incidido en estos estados emocionales: “Cuando escuché que las noticias presagiaban un futuro muy oscuro, haciendo énfasis en que las camas y los respiradores se acabarían, eso me generó angustia (…) no vi noticias por casi un mes y medio para eliminar la angustia de mi vida”, relata María Águila (71).

Gerardo Fasce, presidente de la Sociedad de Geriatría y Gerontología, recomienda “idear otro tipo de estrategias que permitan eventualmente tener espacios de descarga emocional, física y social…”.

Así lo ha hecho Sonia Álvaro (83), quien está viviendo la pandemia con su hermana. “Nos acompañamos, hablamos, cocinamos, jugamos cartas (llevamos más de 300 juegos, porque los vamos anotando), arreglamos el mundo. Hemos estado muy bien”, cuenta.

Adultos mayores durante la pandemia, «alabado sea el coronavirus»

Respecto a los cambios de hábito y nuevas costumbres que ha adquirido este grupo, Luis Cerón de Ñuñoa indica que el confinamiento en los adultos mayores durante la pandemia ha incitado a que él pase más tiempo acostado.

Cerón también dice que “se ha imposibilitado la venida de la nana que nos venía a preparar almuerzo, lunes, miércoles y viernes, entonces, siempre teníamos el apoyo de esta persona. Nos sentíamos bastante cómodos”, mantiene respecto a los cambios negativos.

En la misma línea, aunque en una comuna distinta, Ana Cambara se vio en la obligación de despedir a una asesora del hogar, pero reconoce que le sigue pagando su sueldo. 

Cambara también ha tenido que modificar sus actividades: “Yo juego tenis, tengo mis clases, mi equipo y eso no lo he podido hacer”, dice. 

“Alabado sea el coronavirus”. De esta manera, Cambara expresa la satisfacción emocional que ha experimentado durante la pandemia, ya que se siente “más querida y escuchada” por su familia. 

Por su parte, Margarita Avendaño (77) de Ñuñoa señala que para sobrellevar la situación de confinamiento se pone a “Tejer, leer un poco, caminar aquí en la casa o en el estacionamiento, siempre intentando no toparme con nadie”.

Otra realidad muestran Ida Fuentes y Carlos Sánchez de Puente Alto, quienes cuentan que su dinámica familiar ha cambiado. “No he podido ver a mis nietos. Los extraño”, expresa Ida, mientras que Carlos manifiesta que “los domingos de almuerzo familiar se echan mucho de menos”.

Mismo sentir de nostalgia muestra María Josefa Santos, de Las Condes: “Da pena no hacer las cosas que uno podía hacer antes”, dice, aunque su relato es un poco más esperanzador, ya que también le ha servido para estar más unida a su marido.

Videollamadas: ¡hay alguien ahí!

Los adultos mayores de Las Condes parecen ser más independientes y contar con otras ayudas, además de la familia. Mientras que los de Ñuñoa y Puente Alto se apoyan, en mayor medida, en sus familiares.

Susana, hija de Gloria Torrente (80), ratifica la autonomía de su madre en el manejo de la tecnología. La ayuda solo en casos puntuales. A diferencia de lo testimoniado por residentes de Ñuñoa, quienes reciben apoyo esporádico para realizar sus trámites por internet.

Respecto a este gigante mundo cibernético del siglo XXI, la psicóloga especialista en adultos mayores Clara Montes dice que la tecnología es fundamental para que los adultos mayores se puedan comunicar y realizar trámites: “Yo estoy recomendando mucho a los pacientes que se encuentran en esa situación [confinamiento] la videollamada”.

“Este es un espacio para no mantenernos leyendo (WhatsApp) o solamente escucharnos; es importante vernos”, destaca Montes. Insiste en la tecnología como una herramienta beneficiaria para mitigar el estrés y promover la buena salud mental.

Aplicaciones más utilizados por los AM en Chile.
Fuente: IX Encuesta de Acceso y Usos de Internet – Subsecretaría de Telecomunicaciones de Chile.

«Ahora todo tiene que ser por videollamada. Pero el contacto y las llamadas de todos los días han estado presentes y no se ha hecho tan terrible. Lo importante es que se mantenga sano», menciona Marcela, hija de Luis Cerón (79). 

Para Gloria Torrente, “no es lo mismo mirarse por una pantalla que físicamente”. Su hija menor la llama por teléfono o video. 

El contacto directo con sus familias, especialmente con nietos y bisnietos, es una de las pérdidas más sentidas por los adultos mayores durante la pandemia.

Nietos tecnológicos, abuelos aprendices

Coinciden en que el celular es el aparato que más utilizan, para informarse, comunicarse o entretenerse. 

Hay algunos que van más allá. “Tengo cuatro pc, una impresora, dos celulares, un artefacto que recibe 12v de la batería y genera 220 de salida”, relata Luis Cerón. Agrega que puede conectar cualquier dispositivo en su auto, hasta un “secador de pelo”.

En tanto, Ana Cambara (72) entre sus aparatos tecnológicos posee un “kindle” y “cámara de fotos”.

Pero el uso del celular no sería una tendencia entre los adultos mayores. Ricardo León, director de Centro de estudios digitales de Fundación País Digital, dice que este grupo no se siente identificado con el celular inteligente, por la falta de difusión hacia ellos del uso de internet y celulares.

Otro dispositivo poco amigable para los adultos mayores sería el computador. Un 60% de personas entre 61 a 75 años “nunca han utilizado un computador”, según la IX Encuesta de Acceso y Usos de Internet en Chile (2018). León precisa que no todos tienen un equipo adecuado para usar internet.

“Mi nieta es quien me saca de todos mis cachos”, cuenta entre risas Gloria Torrente, refiriéndose a cómo supera los escollos tecnológicos. 

Brecha tecnológica de AM.
Apoyo al adulto mayor en materia tecnológica. Crédito: Camila San Martín.

Ana Cambara expresa, con un tono determinante, que como parte del grupo de adultos mayores durante la pandemia ha tenido que superar los impedimentos. Lucha hasta el final, si no, pide ayuda a sus hijos.

Algunos testimonios recopilados en Ñuñoa aluden a cierta autonomía digital, los de Puente Alto dan cuenta de necesitar constante asesoría en el uso de dispositivos.

León advierte que “si el usuario no tiene un uso continuado, se le va a olvidar (…) y esa es una de las grandes problemáticas con los adultos mayores”.

Realidad tecnológica durante la pandemia de los adultos mayores de Las Condes, Ñuñoa y Puente Alto (Chile).

Falencias e “ineptitud” de un Gobierno al debe

“El Gobierno está tratando de hacer lo que puede, pero es poco lo que ha hecho realmente. (…) nos ha defraudado y el presidente ha sido inepto”, sentencia Isolde Brant (80).

El tono crítico se repite en otros relatos. La rebaja de contribuciones de bienes raíces y el programa Cuenta Conmigo les parecen insuficientes. «Mejor sería, para la dueña de casa, que den plata. Porque eso es lo que más se ocupa y lo que más se necesita», opina Ida Fuentes (74).

Algunos parlamentarios también cuestionan: “Yo creo que optamos por el camino más cómodo, aislamos a los adultos mayores, escondámoslos y se acabó”, acusa Luis Rocafull (PS).

Álvaro Carter, diputado independiente, argumenta que ha sido “sumamente crítico a cómo el Gobierno ha actuado con los adultos mayores, (…) los estamentos no toman las medidas necesarias”.

La eximición de cortes de energía y la reducción de tarifa del transporte público han sido otras de las ayudas. Para Berta Manríquez (66), el Estado y las organizaciones deberían ayudar en: “Catastro en las comunas de adultos mayores que viven solos, mejorar condiciones de salud y alimentación para el adulto mayor de extrema pobreza”.

Algunos dardos también apuntan a los municipios. “No hemos recibido nada, ningún apoyo”, dice Elba Cartagena (Puente Alto).

En cambio, Gloria Torrente indica que en Las Condes “se puede inscribir a ciertas cosas para ser beneficiado”. Agrega que: “Yo encuentro que hay bastante ayuda de parte de la municipalidad”.

Berta Manríquez (Ñuñoa) habla de mayor cercanía de otras organizaciones que del municipio para los adultos mayores durante la pandemia: “Desconozco datos de la municipalidad, solo conozco organizaciones sociales sin fines de lucro”.

Aunque existen múltiples críticas por el manejo de la pandemia, entre enero y marzo del 2021, el Gobierno ha gestionado la entrega de manera gratuita de las vacunas Pfizer y Sinovac, priorizando a los adultos mayores.

Pese a los esfuerzos por conseguir la voz de los municipios y del gobierno central respecto a los adultos mayores, no tuvimos respuesta.

La mano amiga no alcanza para todos

Fundaciones, organizaciones sociales y no gubernamentales han jugado un papel fundamental en el apoyo al AM. Destacan: Fundación Las Rosas, Fundación Adultos Mayores Chile, Desafío Levantemos Chile, Fundación Telefónica Movistar y Cruz Roja.

Vamos Chilenos, una cruzada solidaria televisiva que se realizó el 18 y 19 de septiembre de 2020, recaudó dinero que permitirá ayudar a 80 mil adultos mayores vulnerables. Recibirán un kit de insumos básicos y alimentos, además de un dispositivo tecnológico amigable.

De manera no institucionalizada, algunos grupos se han organizado para apoyar  a las personas mayores. Carlos Sánchez (68) y María Santos (87) reconocen el esfuerzo evidenciado en torno a  las ollas comunes.

Elba Cartagena también lo destaca: “hay gente que no tiene qué comer aquí y eso les sirve mucho”. Ella se ha contagiado de este espíritu solidario. “El otro día tenía unas cositas que se las mandé a una olla que hacen personas que yo conozco”, cuenta.

Además, ha habido apoyo con medicamentos, mercadería y almuerzos para el AM, recuerda Berta Manríquez.

Pero estas iniciativas o campañas solo han logrado una cobertura parcial. Varios adultos mayores durante la pandemia han tenido que recurrir a sus familiares o autosustentarse.

Los altibajos del bolsillo

“Yo gasto mi jubilación completa en un departamentito de interior, los remedios me los da el consultorio y los demás gastos los ve mi hija. Ella me da todo, porque a mí no me alcanza para más”, comenta, con tono de resignación, Mónica Martin (74), de Puente Alto.

En Ñuñoa el panorama parece ser menos estrecho económicamente, pero viven con lo justo. Estiran sus pensiones o hacen trabajos esporádicos para llegar a fin de mes. Cinco de los seis adultos mayores entrevistados dijeron no tener dificultades económicas para vivir.

Los testimonios de Las Condes hablan de una situación más holgada: pensiones, ingresos por propiedades o ahorros. Ninguno de los consultados siente vulnerabilidad.

“En mi casa hay cuatro niños, yo soy mucho de esfuerzo, me sacrifico y trabajo harto, a veces sólo se le puede comprar a uno”. Es parte de la fragilidad económica de Elba Cartagena (Puente Alto), quien se ha visto en la obligación de salir a trabajar a pesar de la cuarentena.

Los y las de Puente Alto viven con mayor dificultad, debido a que en algunos casos solo cuentan con 240 mil pesos mensuales.

Daniela Thumala, psicóloga de la Universidad de Chile, advierte que “si ese adulto mayor no cuenta con las condiciones mínimas y vive en una situación económica mala, sus problemas se acrecentarán…”.

Ana Cambara (Las Condes) y Margarita Avendaño (Ñuñoa) no tienen problemas para costear sus medicamentos, mientras que Ida Fuentes, de Puente Alto, indica que depende del precio.

La obligación de trabajar para subsistir después de jubilarse es otra gran diferencia. “Sí, soy guardia de seguridad”, dice Carlos Sánchez de Puente Alto. Ha conservado su empleo al igual que otros adultos mayores durante la pandemia.

María Santos (87), de Las Condes, comenta que ya se jubiló y es su marido quien paga todo.

Efecto post-pandemia: ¿egoísmo o empatía?

Un escenario de convivencia con el Covid-19 a largo plazo es el que vislumbra Carlos Sánchez de Puente Alto: “Los adultos mayores estaremos expuestos a un virus que nos puede dañar gravemente por un buen tiempo. Habrá que aprender a convivir con eso”, admite.

Además de la convivencia, Ida Fuentes recalca un aspecto negativo, ya que postpandemia asegura que no podrá “andar tranquila por la calle como antes”.

Por contraparte, a juicio de Gloria Torrente, el escenario después del coronavirus volverá a la normalidad. “Volveré a lo de antes y estaré igual”.

También será tiempo de “apreciar la vida con mayor optimismo. Ser empática con las necesidades ajenas”, agrega Berta Manríquez.

Las personas jóvenes cumplen un rol importante a criterio de Guacolda de la Fuente de la comuna de Puente Alto, quien insiste en que si la juventud no pone de su parte en cuanto a las medidas preventivas, “no va a haber mucho cambio”, señala con un tono desconfiado.

Caso similar prevé Sonia Álvaro de Ñuñoa: “Personalmente a mí me gustaría que se cambiara la forma para valorizar más lo que tenemos, pero creo que será muy difícil porque mucha gente no ha querido entender lo que está pasando realmente. Ojalá esto sirva de algo”.

Respecto al futuro que traerá consigo el fin de la pandemia, que aún no se avizora, Julia Isla dice “no soy tan optimista en el sentido de que volveremos a ser egoístas y de mirar poco para el lado”. Aunque de igual forma espera que todo lo ocurrido sirva para la “evolución del hombre”.

Dignidad, no lástima

En varios medios de comunicación se estigmatizó a los adultos mayores como ´pobrecitos viejos´ y el grupo de mayor riesgo frente al Covid-19, contribuyendo al miedo e incertidumbre sobre cuál sería su destino.

Mascarillas, alcohol gel, lavado de manos, distanciamiento físico y otras medidas llegaron sorpresivamente de la mano de cuarentenas y confinamientos obligatorios. Generaron un estrés adicional en adultos mayores.

La información recopilada para este reportaje indica que la condición económica es un factor que predomina por sobre el etario. La vejez de los adultos mayores durante la pandemia no se lleva de la misma forma en Las Condes, Ñuñoa y Puente Alto.

Así como contar con un aparato tecnológico condiciona la alfabetización digital, elemento fundamental durante la pandemia para realizar trámites y mantener contacto, no tener que contar las monedas para llegar a fin de mes, también es una significativa diferencia.

Hay una crítica unánime de los entrevistados a la gestión del gobierno en apoyo de los AM. Las voces son más diversas al evaluar el respaldo de los municipios y tienden a un tono de reconocimiento cuando hablan de las iniciativas de la sociedad civil.

La pandemia ha desnudado falencias respecto al trato y lugar que damos en la sociedad chilena a los adultos mayores. Pero también nos ha permitido, por lo recogido mediante estos testimonios, a mirarlos sin lástima, reconociendo su entereza y dignidad para enfrentar la pandemia en un mundo globalizado y digital.

Nacieron sin internet, pero están aprendiendo a navegar en el ciberespacio.

No todos los adultos mayores presentan los mismos problemas, pero en los relatos muestran tener capacidades suficientes para enfrentar el escenario adverso al que están sometidos. Sus años de experiencia les han ayudado a afrontar y sobrellevar de mejor manera esta inédita batalla, para la cual no estaban preparados. Nosotros tampoco.

Principales desafíos, obstáculos y fortalezas de los adultos mayores durante la pandemia del Covid-19.

Este artículo fue desarrollado como reportaje principal dentro del curso de Taller de Titulación de la carrera de Periodismo Diurno de Universidad UNIACC durante el año académico 2020.




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